sábado, 25 de marzo de 2017

lecturas

ahora pondrás en practica lo que ha aprendido antes. 
*lee las siguientes lecturas y escribe lo que entendiste.

*EL TRAJE DEL EMPERADOR.

Hace mucho tiempo atrás, vivía un emperador muy rico que siempre estaba pendiente de lucir las mejores prendas. Dos y tres veces en el mismo día, gustaba el emperador de cambiar sus vestidos y llenarse de lujosas joyas. Los sastres del reino trabajaban sin descanso para proveer a su señor con nuevos trajes, llenos de brillos y magníficas telas.

Cierto día, aparecieron en el reino dos ladrones muy bribones que decidieron estafar al emperador. Los ladrones aseguraban poseer las mejores telas, y confeccionar ajuares nunca antes vistos. Como era de esperar, el emperador quedó deslumbrado por las promesas de los ladrones y les pagó una gran suma de dinero para que comenzaran a trabajar.

Durante varios días, los bribones se quedaron en una habitación del palacio simulando que tejían hermosos vestidos, pero en realidad, solo se dedicaban a cobrar más oro y beber y comer a sus anchas. El emperador, deseoso de conocer cómo avanzaba la obra, envió un sirviente a la habitación de los ladrones.

Al llegar al lugar, el joven sirviente quedó consternado cuando vio el telar vacío, pero los ladrones le aseguraron que el vestido estaba hecho de una tela mágica y que los tontos e ignorantes no serían capaz de verla. “¡Claro que la veo! ¡Es hermosa!” exclamó el sirviente con temor a parecer tonto, y marchó a contarle a su señor.

El emperador, sin poder contener su curiosidad, partió a contemplar la obra maestra. Al llegar quedó sorprendido de no ver nada, pero como no podía parecer ignorante delante de sus súbditos, disimuló su sorpresa y exclamó con alegría: “¡Es hermoso! ¡Nunca había visto nada tan maravilloso en mi vida!”. Y decidió llevarlo puesto en la ceremonia del palacio al día siguiente.

Cuando llegó la hora, el emperador salió ante su pueblo completamente desnudo. Las personas miraban aturdidas el espectáculo, pero nadie se atrevía a pronunciar palabra alguna. A pesar de los murmullos, el emperador prosiguió la marcha, convencido que todo aquel que le miraba asombrado, era por pura ignorancia y estupidez. Pero en realidad ¡Era todo lo contrario!



*EL PATITO FEO.
Al igual que todos los años, en los meses de verano, la Señora Pata se dedicaba a empollar. El resto de las patas del corral siempre esperaban con muchos deseos que los patitos rompiesen el cascarón para poder verlos, pues los patitos de esta distinguida pata siempre eran los más bellos de todos los alrededores.

El momento tan esperado llegó, lo que causó un gran alboroto ya que todas las amigas de mamá pata corrieron hacia el nido para ver tal acontecimiento. A medida que iban saliendo del cascarón, tanto la Señora Pata como sus amigas gritaban de la emoción de ver a unos patitos tan bellos como esos. Era tanta la algarabía que había alrededor del nido que nadie se había percatado que aún faltaba un huevo por romperse.

El séptimo era el más grande de todos y aún permanecía intacto lo que puso a la expectativa a todos los presentes. Un rato más tarde se empezó a ver como el cascarón se abría poco a poco, y de repente salió un pato muy alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron perplejos porque este era mucho más grande y larguirucho que el resto de los otros patitos, y lo que más impresionó era lo feo que era.

Esto nunca le había ocurrido a la Señora Pata, quien para evitar las burlas de sus amigas lo apartaba con su ala y solo se dedicaba a velar por el resto de sus hermanitos. Tanto fue el rechazo que sufrió el patito feo que él comenzó a notar que nadie lo quería en ese lugar.

Toda esta situación hizo que el patito se sintiera muy triste y rechazado por todos los integrantes del coral e incluso su propia madre y hermanos eran indiferentes con él. Él pensaba que quizás su problema solo requería tiempo, pero no era así pues a medida que pasaban los días era más largo, grande y mucho más feo. Además se iba convirtiendo en un patito muy torpe por lo que era el centro de burlas de todos.

Un día se cansó de toda esta situación y huyó de la granja por un agujero que se encontraba en la cerca que rodeaba a la propiedad. Comenzó un largo camino solo con el propósito de encontrar amigos a los que su aspecto físico no les interesara y que lo quisieran por sus valores y características.

Después de un largo caminar llegó a otra granja, donde una anciana lo recogió en la entrada. En ese instante el patito pensó que ya sus problemas se habían solucionado, lo que él no se imaginaba que en ese lugar sería peor. La anciana era una mujer muy mala y el único motivo que tuvo para recogerlo de la entrada era usarlo como plato principal en una cena que preparaba. Cuando el patito feo vio eso salió corriendo sin mirar atrás.

Cuento: El patito feo

Pasaba el tiempo y el pobrecillo continuaba en busca de un hogar. Fueron muchas las dificultades que tuvo que pasar ya que el invierno llegó y tuvo que aprender a buscar comida en la nieve y a refugiarse por sí mismo, pero estas no fueron las únicas pues tuvo que esquivar muchos disparos provenientes de las armas de los cazadores.

Siguió pasando el tiempo, hasta que por fin llegó la primavera y fue en esta bella etapa donde el patito feo encontró por fin la felicidad. Un día mientras pasaba junto a estanque diviso que dentro de él había unas aves muy hermosas, eran cisnes. Estas tenían clase, eran esbeltas, elegantes y se desplazaban por el estanque con tanta frescura y distinción que el pobre animalito se sintió muy abochornado por lo torpe y descuidado que era él.

A pesar de las diferencias que él había notado, se llenó de valor y se dirigió hacia ellos preguntándole muy educadamente que si él podía bañarse junto a ellos. Los cisnes con mucha amabilidad le respondieron todos juntos:

– ¡Claro que puedes, como uno de los nuestros no va a poder disfrutar de este maravilloso estanque!

El patito asombrado por la respuesta y apenado les dijo:

– ¡No se rían de mí! Como me van a comparar con ustedes que están llenos de belleza y elegancia cuando yo soy feo y torpe. No sean crueles burlándose de ese modo.

– No nos estamos riendo de ti, mírate en el estanque y veras como tu reflejo demostrara cuan real es lo que decimos.- le dijeron los cisnes al pobre patito.

Después de escuchar a las hermosas aves el patito se acercó al estanque y se quedó tan asombrado que ni el mismo lo pudo creer, ya no era feo. ¡Se había transformado en un hermoso cisne durante todo ese tiempo que pasó en busca de amigos! Ya había dejado de ser aquel patito feo que un día huyó de su granja para convertirse en el más bello y elegante de todos los cisnes que nadaban en aquel estanque.




*la ratita presumida 
Érase una vez una ratita muy coqueta y presumida que un día, barriendo la puerta de su casa, se encontró una moneda de oro. ¡Qué suerte la mía!, dijo la ratita, y se puso a pensar:
- ¿En qué me gastaré la moneda? La gastaré, la gastaré,... ¡En caramelos y gominotas! NO NO... que harán daño a mis dientes. La gastaré, la gastaré,... ya sé, la gastaré en ¡bizcochos y tartas muy ricas!! NO NO... que me darán dolor de tripa. La gastaré, la gastaré... ya sé, la gastaré en ¡un gran y hermoso lazo de color rojo!
Ratita presumida
Con su moneda de oro la ratita se fue a comprar el lazo de color rojo y luego, sintiéndose muy guapa, se sentó delante de su casa, para que la gente la mirara con su gran lazo.
Pronto se corrió la voz de que la ratita estaba muy hermosa y todos los animales solteros del pueblo se acercaron a la casa de la ratita, proponiéndole casamiento.
El primero que se acercó a la ratita fue el gallo. Vestido de traje y muy coqueto, luciendo una enorme cresta roja, dijo:
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? La ratita le preguntó: ¿Y qué me dirás por las noches?
Y el gallo dijo:
- Ki ki ri kiiii, cantó el gallo con su imponente voz.
Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás... Y el gallo siguió su camino. No tardó mucho y apareció el cerdo.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo?
La ratita le preguntó: ¿Y qué me dirás por las noches?
- Oinc oinc oinc, gruñó el cerdo con orgullo.
Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás...
Y el señor cerdo se marchó. No tardó en aparecer el burro.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo?
La ratita le preguntó:
- ¿Y qué me dirás por las noches?
- Ija, ija, ijaaaa, dijo el burro con fuerza
Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás...
Y el burro volvió a su casa por el mismo camino. Luego, apareció el perro.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo?
La ratita le preguntó: ¿Y qué me dirás por las noches?
- Guau, guau, guau, ladró el perro con mucha seguridad
Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás...
Y el perro bajo sus orejas y se marchó por las montañas. No tardó mucho y apareció el señor gato.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo?
La ratita le preguntó:
- ¿Y qué me dirás por las noches?
- Miau, miau, miauuu, ronroneó el gato con dulzura.
Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás... Y el gato se fue a buscar la cena por otros lados
. La ratita ya estaba cansada cuando de repente se acercó un fino ratón.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo?
La ratita le preguntó:
- ¿Y qué me dirás por las noches?
- Pues me callaré y me dormiré, y soñaré contigo.
Y la ratita, sorprendida con el ratón, finalmente tomó una decisión:
- Pues contigo me casaré. Y así fue como la ratita felizmente se casó con el ratón.


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